lunes, 4 de octubre de 2010

¡¡¡Precausión, amigo condustooooooorrrrrr

...que la senda es peligro-o-saaaaa!!!!!!
Asi cantaba Perlita de Huelva, una flamenca bastante recia del lugar, allá por los añoooos.....¿setenta?
El caso es que cada vez que me ponen una multa recuerdo con gran cariño a la familia, putativa o no, del guardia de turno y a la Perlita de los coj....
Y el miércoles encontré una esperando en el parabrisas. Y el caso es que la merezco. Así, como suena.
Os cuento: el miercoles hice huelga. Dejaré eso para otro post, porque no tengo palabras. El caso: tras hacer cientos de fotos, ir a la mani, cervecear con colegas de huelga, almorzar y visitar estacion de tren y aeropuerto en busca de piquetes inexistentes, decidí, llevada por mis contradicciones internas, irme al cine en coche, ya que estaba.
Total: pelicula en v.o.s., sala desertica, con tres gringos colgados como yo (que no soy gringa aunque lo parezca pero iba sola, y hacía muuuucho que no lo hacía, toda una experiencia) y poco más.
Resumiendo, salgo de la peli, que me encantó, y decido dar una vuelta por el centro pa buscarle (sólo mirar, no quería comprar en dia de huelga, a pesar de haber pagado la entrada de cine) un regalo a Padre, que el viernes cumplía 70. Miro un poco, no veo nada que le pueda gustar, sigo caminando, la tarde está muy buena, sigo, sigo,... y llego a casa.
Al dia siguiente se quedan en casa a dormir unos amigos que viven fuera y vienen al concierto de U2 y a verme. Imaginad, jueves, 8 de la tarde, ni un taxi libre pa llevarlos, animalitos, los tres con resaquilla ligera del almuerzo aliñáo con vino que nos habíamos pegado. No os preocupéis, les digo, os llevo que el carro está en el garaje. No, no, no, no te molestes. Y bla, blá, blá.
Bajamos y no está. Y les digo: subamos, y miramos, a ver si es que lo dejé en la calle. 8,15 de la tarde. Y tampoco, ni rastro del puñetero carro.... total, me pongo a pensar..... y me acuerdo de que está en la otra punta de la ciudad, cerca del cine, lugar al que no podemos llegar en taxi porque no pasan vacíos, ni andando porque entonces sí que no llegan éstos al concierto.
Desastre total: trayecto en metro, más 15 minutos andando, para llegar hasta él. Y, of course, multa: llevaba más de 24 horas sin echarle pasta al parquímetro, en zona azul. Normal.
Eso sí, al concierto llegaron, pero por las justas.
Lo mejor de todo: mis amigos se reían y se pasaron toooooodo el dia siguiente haciendo bromas sobre el alemán que me esconde las cosas, ya os podéis imaginar, y jurando que se lo iban a contar al resto de amiguetes en cuanto tuvieran la menor ocasión. Miedito me dan.....
Y sí, debo reconocer que soy así de despistada a veces, y que ya en la facultad, cuando tenía moto la dejaba aparcada por allí, y al salir no me acordaba y volvía a casa tan contenta a pata o en el 127 viejito de una amiga, una de mis comadres.
En fin.....al menos la historia sirvió para amenizar la cena familiar, que le eché bastante cuento al asunto sacando del bolso la boleta de la multa en plan teatrero y todo, y Padre no salía de su asombro. Reirse se rió mucho, que era de lo que se trataba (no le hace gracia cumplir años) y debió pensar que, total, él acaba de atravesar la barrera del siete, pero conserva la cabeza mejor que su hija la chica. O eso cree.

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