domingo, 8 de agosto de 2010

El extremo peligro de los botes de gel

Cuando ya crees que lo tienes controlado,
cuando piensas que has logrado, no sin esfuerzo, aparcar el recuerdo de un millón de momentos estupendos y de otros que no fueron tanto,
cuando ha pasado más de un año de tu genial idea de mandarlo todo a la mierda porque no querías sólo media vida con ella, ni que te escondiera de sus amigos y del mundo, ni una relación sin ningún futuro posible que se limitaba a unos pocos viajes juntas al año y un fin de semana al mes, para todo el resto de tu vida,
....entonces y solo entonces, cuando en tu soberbia infinita te crees tan lejos de todo eso, una mañana cualquiera abres un bote de gel en un cuarto de baño que no es el tuyo y está ahí ese olor, su olor. Agazapado, esperando su oportunidad para saltar sobre ti. Y ese aroma, y no otro, te trae todo lo demás.
Y ahora, como en otros asuntos más importantes, no puedes hacer más que resistir. Y esperar. Y seguir en pie.
Lo dicho, que hoy no puedo con mi vida.

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